Basada en la novela del mismo título de James Jones editada por Orbis.
Volver a donde se pertenece siempre es un acto doloroso. Allí uno se encuentra con lo que realmente fue, con los odios que dejó atrás, con las frustraciones que se pisotearon al decidir mirar hacia delante. El uniforme va dejando de tener sentido cuando los encuentros se suceden. Una chica sin ninguna clase, torpe, ingenua y no muy inteligente va a dar unas cuantas lecciones sobre lo que es el amor. Sacrificio. Algo que no encaja demasiado bien en el vocabulario del que regresa.
Un hermano que sólo se preocupó de amasar dinero y que quiere volver a librarse de los estorbos de la opulencia. Eso hizo que, antes de partir, se sintiera asco y rechazo. El cinismo hace que se intente adaptar a la nueva situación pero no, es imposible, todavía queda demasiado del hombre que se fue y la cabeza se mueve tercamente diciendo que no. Una mujer a la que no se conocía parece que llena el corazón porque es culta, es hermosa, es distante y difícil pero, a la vez, es cercana y hace que renazca algo del talento que parecía olvidado. Escribir no es fácil porque nunca se sabe cuándo terminar.
Algo así como vivir.
Un amigo de tapete verde y sombrero tejano tiene la sonrisa como bandera y las cartas como estilo de vida. Sonríe hasta cuando vuelan los puñetazos pero guarda un buen pedazo de amistad. Quizá no sea el hombre más honrado, ni el más adecuado pero sí es el que puede estar más cerca del corazón. Y eso, para el hombre lleno de sensibilidad, es lo más importante.
La ciudad parece ser testigo de las idas y venidas de este soldado que se fue para no volver y que regresó en busca de un futuro. Como un torrente, las aguas parece que se salen de su cauce y una sola gota es mucho más primordial que toda la corriente. La corriente arrastra, la corriente arrasa y el final del agua puede estar en un árbol inoportuno, en una roca insalvable, en una cascada presentada de improviso. La hoja en blanco espera para contar una historia de entrega, de la búsqueda de una felicidad que no es la ese soldado que, casi involuntariamente, quiso regresar. Siempre escupen balas los que menos merecen poseer la delicadeza del cariño de una mujer que no supo vivir pero que sabía muy bien lo que era amar. Aunque nunca fuera correspondida. Ni siquiera cuando la dicha parecía encender sus luces de neón.
Vincente Minnelli dirigió con maestría este estremecedor melodrama con Frank Sinatra, Shirley McLaine, Dean Martin y Arthur Kennedy. Todos ellos están pletóricos, como un torrente de inagotable caudal de talento. Hay mucho sentido en todo lo que se cuenta y en cómo se cuenta. Una ciudad rara vez recibe con los brazos abiertos para quien tiene todas las papeletas para quedarse. No hay patetismo posible para los que mendigan amor, ni siquiera aunque vayan pintarrajeados ridículamente, o vestidos con el peor gusto posible. No hagan ustedes lo mismo y no se pierdan una película de verdad. Esto es la búsqueda de la felicidad en estado salvaje y puede pasar cualquier cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario