El cine fantástico quizás sea el género más difícil de confeccionar, sencillamente porque todo lo que ocurre en pantalla requiere de una base creíble para que funcione. Los guionistas de Spiderman lo saben y se han esmerado a la hora de confeccionar un film donde los hechos, por muy increíbles que sean, tengan una base sólida. Y eso es difícil, muy difícil, sobre todo cuando hablamos de los orígenes conceptuales del trepamuros; James Cameron, uno de los iniciales candidatos que sonó para hacerse cargo de la primera versión de Spiderman (que terminó recayendo en las manos de Sam Raimi) ideó el sistema orgánico de lanzar redes, eliminando así, de un plumazo, una parte importante de la “gadgetología” de la saga, y sencillamente porque no veía viable los proyectores de redes originales. En esta nueva re visitación del personaje , tanto los guionistas como el director han decidido dejar el asunto tal y como está en los cómics, esforzándose al máximo en dotar de verosimilitud al nacimiento de los cartuchos lanza redes y, de camino, y ya que estamos, gestando toda una nueva génesis para que todo lo demás, incluido el origen del villano, la muerte de sus padres y, cómo no, la picadura de la araña, funcionen como un todo bajo la sombra de una omnipresente OSCORP.
¿Que el traje de Spidey debería de haber seguido la misma línea de origen? Pues sí, pero tampoco nos pasemos... por lo menos se arruga en las juntas como cualquier disfraz (un detalle, por cierto, muy arriesgado para toda superproducción que se precie de serlo). Curiosamente el detallismo científico (tampoco nos engañemos, nunca llega a ser un alarde de cirugía de investigación a lo Asimov o Crichton, ni lo pretende) choca frontalmente con el exhibicionismo que Parker hace de sus habilidades a cara descubierta. Bien es cierto que todo es con la sana intención de sorprendernos, arrancarnos una sonrisa o hacer eso que tanto nos gusta: ponernos en la piel de un chico normal que hace alarde de unos poderes que han llegado para rescatarlo de aquellos que se creían superiores. ¿Pero es necesario que media ciudad sepa que Peter Parker es Spiderman? Porque el que no lo sabe después de verlo volar sobre una canasta a lo Jordan y destrozarla a lo Shaquille, doblar una portería de Rugby de un balonazo o pegarse en el techo del metro, lo intuye. En esos detalles, los guionistas, pierden el sentido de verosimilitud que se habían afanado por conseguir, y todo por unas concesiones cara a la galería necesarias para que ¿el film funcione? Nolan y su Batman no pueden estar más en desacuerdo con eso. Pero bueno, ¡qué demonios! esto es Spiderman, esto es Marvel, esta es la historia de un chico normal que después de ser infectado por una araña adquiere unos poderes que le superan.
Concluyendo: He visto una película donde los momentos divertidos me han parecido muy divertidos, los momentos de acción me han resultado trepidantes y los momentos dramáticos me han emocionado. ¿Quiero más? Pues a esperar al veinte de Julio.
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